sábado, 1 de julio de 2017

La vida de Charlie Gard

Charlie Gard es un bebé de diez meses. Nació en Inglaterra con una rara enfermedad,  el Síndrome de Agotamiento Mitocondrial, que provoca que los músculos, pulmones y otros órganos se vayan quedando sin energía. Su cura es muy improbable. Solo en Estados Unidos parece haber un tratamiento experimental que podría funcionar. Al enterarse los padres no lo dudaron ni un momento se dejaron la piel para conseguir reunir casi un millón y medio de euros, pero cuando intentaron llevar a su hijo a EE.UU. para que lo tratasen, el hospital no se lo permitió. Acudieron a los tribunales y el Tribunal Europeo de los Derechos Humanos también les ha negado el permiso. De hecho, ha ordenado que Charlie sea desconectado de la máquina que le permite vivir. Es decir, lo han condenado a muerte.

Chris y Connie, los padres están destrozados, como no podría ser de otra manera. Ahora solo piden llevárselo a casa para cuidarlo hasta que su tierna mirada se apague. Quieren que duerma en la habitación que ellos mismos decoraron para él, en la cuna que le compraron y que él nunca ha utilizado. Tampoco se lo permiten los médicos.

La esperanza, esa virtud tan preciada que fue lo único que Pandora conservó en su caja, ha sido vencida por médicos y jueces. La fría ley está matando a este niño y no hay ninguna manifestación, acto, repulsa…nada. Sólo silencio. Es cierto que toda vida debe ser respetada y cuidada hasta su fin natural, pero ¿desde cuándo dejar morir de hambre y sed es eso?


Además hay un precedente. A un niño italiano con la misma enfermedad, Emanuele Campostrini, le dieron unos meses de vida y ahora ya tiene 9 años. ¿Por qué no se le da una oportunidad a la posibilidad, a la esperanza, al milagro? En una Europa como la que vivimos tan avanzada y pagada de sí misma se debería reflexionar si verdaderamente estamos haciendo las cosas bien, si realmente seguimos teniendo compasión o no nos importa en absoluto la vida humana.